viernes, 30 de enero de 2009

Reflexiones II... y tampoco es la última.

Indignación
¿Dónde perdí mis derechos?
Cómo es posible que en los últimos 4 meses el número de secuestros es superior a la de un año de secuestros en otras épocas, ya no es solo el dueño de, o el empresario tal o el comerciante fulano, ya no es el doctor, el constructor o el abogado. Ahora las mujeres están en la mira del secuestro y no solo por ser posibles víctimas, sino por la constante incertidumbre de qué será de sus hijos y si llegarán a salvo a casa como hasta ahora lo han hecho. SÍ, ahora los niños son secuestrados, no importa si son de padres pudientes o no. Entonces, la pregunta que seguramente todos se hacen es: ¿Dónde están quienes deben detener este flagelo y cuántos más deben ser afectados por el mismo? Según la Carta Magna, todos tenemos derecho a la seguridad, la libertad y la paz, pero ¿Dónde se nos han perdido la paz, la seguridad y la libertad? ¿En qué momento se nos participó que esas palabras constitucionales eran solo palabras y que ya no eran una garantía para el ciudadano?

Reflexiones I... y no es la última.

¿Hasta cuándo?
(Por amor a la vida y a la paz)

¿Cuántas muertes impunes mas tendrán que ocurrir para que al fin logremos tener conciencia del problema al que nos enfrentamos? ¿Cuántos niños deben quedar huérfanos para que entendamos que nuestra sociedad esta en crisis? ¿Cuántos padres más deberán ver como sus hijos son enterrados? ¿Cuántos jóvenes con futuro morirán antes de cumplir con sus sueños? ¿Acaso hemos llegado al punto de no retorno y que estamos destinados a desaparecer a merced de nuestras propias manos? ¿Cuándo entenderemos al fin que si no tomamos medidas para solventar esta situación el futuro de las próximas generaciones está destinada a ser una oscura incertidumbre? Dios, ilumina nuestras mentes y aparta las tinieblas de nuestros corazones. Hombres, volvamos a ser humanos, aunque eso signifique volver a las raíces y construir de nuevo y de una forma diferente el futuro de la raza humana. Es hora de rectificar, enmendar y cambiar de rumbo. ¡Aún estamos a tiempo!

miércoles, 28 de enero de 2009

Menos que un adios.

No es locura lo que me hace llamarte sabiendo que no me escucharás, no es tristeza lo que me parte el alma al saber que te marchaste ya, no es nostalgia la que me eleva los latidos del corazón al pensar en ti, ni es miedo a la soledad lo que me obliga a buscar con ansias tu rostro en las fotos de ayer. No pienses que dejaste una vida destrozada y marchita en tu camino, ni creas que has deshojado mi juventud y mi inocencia en medio de tus devaneos, no pretendas dar respuestas a mis preguntas sabiendo que he sido yo quien ya las ha respondido, ni quieras con lástima sanar heridas causadas por esa parte irracional de tu género. No busquemos culpar al tiempo de lo que nosotros mismos dejamos pasar, no inventemos excusas para justificar las miles de mentiras que nos dijimos, ni empleemos el nuevo ahora que enfrentamos para convertirlo en un pasado sin nombre. Creo que la oscuridad a veces cubre los ojos para agudizar los sentidos del alma, creo que la verdad se oculta cuando busca desafiar al destino que imperturbable transita, creo que no eres tu quien mató el amor que una vez te profese y que no se donde se quedó, creo que lo que una vez fue espuma y gasa se convirtió en pez y brasas que nos quemaron los sueños y los ojos. Pero es hora de que sepas, aunque no escuches, que dispuesta está la vda de darnos una oportunidad, y aunque pienses que es un rasgo de mi ingenuidad, aquella que una vez heriste de muerte, estoy decidida a aceptarla, a tomar esa oportunidad para decirte que sigo adelante, dejándote estas palabras y no mirando otra vez atrás!